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El teatro dominicano como drama social.

Actualizado: 4 abr 2022

Por: Nayeli Chamorro.


La República Dominicana es la tierra preciosa que los turistas del mundo no pueden resistir. Nuestra isla está rodeada por tremendas playas, preciosas montañas y una flora interesante. Los dominicanos siempre hemos sido de sangre caliente y energía tropical. Estos beneficios, en parte, son heredados de un clima cálido, pero el cariño, la pasión por las personas, y el trabajo continuo, vienen de la identidad que desarrollamos en nuestras luchas por independizarnos de Haití; nos unimos tan profundamente, y por tantas generaciones, que el dominicano es ejemplo de solidaridad y unión. Cabe destacar que no todo es color rosa, hablando directamente, por ejemplo, existen tabúes que todavía muchas personas no han ´superado´. Falta de educación sexual en las escuelas, corrupción en nuestros gobiernos, delincuencia, etc. Si analizamos la estructura social del país, la composición de las fuerzas que la guían, no tardaríamos en observar una curiosa suerte de estancamiento, como si la sociedad hubiera permanecido al margen de una marcha cruel del tiempo y de la historia. Las estructuras de mando que gravitan todavía con fuerza determinante, son las mismas que dominaban en los albores de los años sesenta. Y lo que es peor aún, muchos de los gritos y quejas de las multitudes de entonces siguen caracterizando las demandas actuales.



No son muchos los textos dominicanos que ofrecen una mirada crítica y realista sobre los dramas sociales. La obra de teatro ´Alerta Roja´ refleja la vida de tres mujeres de diferentes situaciones y condiciones sociales interpretadas por Elizabeth Ovalle que se mueven por la caribeña sociedad dominicana, situaciones a la que no es difícil si las cosas vienen mal dadas. Lo hace por medio de estas tres mujeres Margarita, Matea y Antonia, unidas por el mismo padecimiento: el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), ese peligro que está a la vuelta de la esquina y que amenaza a la isla y al mundo entero, invierte el paradigma y se dominicaniza, no tanto en caribeño sino, más bien, en realista, la alerta está vigente y palpita, no es un eco de los años 90, es una amenaza real.


“Tiempo de Mangos Verdes”, es una ingeniosa y novedosa obra teatro escrita colectivamente por cada uno de sus actores (Renso Mora, Víctor Arcturus Estrella, Anny Samir, Nairelis Ureña, Raquel Rodríguez y Pablo Higueras), la misma retoma los temas sociales como modo de censura y orientación a través del arte. Esta es una tragicomedia, que satiriza la realidad de la sociedad, tomando como referencia la familia y las relaciones entre sus miembros de cara a la política, la corrupción, la ignorancia, el populismo, la demagogia y la desorientación juvenil. La obra plantea una crítica, no sólo a la familia y los roles de cada uno de sus miembros en la sociedad, sino también a las instituciones públicas, como la escuela y la iglesia.


Personalmente la sociedad dominicana es una gran obra teatral. Vivimos en una tragicomedia social. Muchas veces, nos produce goce, diversión y hasta nos estrellamos de la risa; pero en otros momentos que son los más, por cierto, se nos vienen penas inmensas por los tantos padecimientos sociales que están representados en cada acto de esta gran obra teatral. Hay muchos personajes positivos, pero son menos carismáticos para esta historia. Aunque en esta obra social dominicana, todos somos actores: unos son mejores, otros peores. Algunos representan papeles protagónicos y otros secundarios. Unos se estudian su personaje, antes de salir al escenario. A veces, interpretan papeles tan alejados de su yo interior que es un gran espectáculo escénico ver cómo interiorizan su personaje y se lo creen ellos mismos y, hasta se lo hacen creer a una gran parte del público.


Como toda obra teatral, nuestra sociedad tiene un escenario, ese es el contexto sociocultural en que, por ejemplo, el tema político es el hilo central de la obra.



Andrea Evangelina, teatro y didáctica del más alto nivel
Andrea Evangelina Rodríguez, texto de Chiqui Vicioso, Dirección: Ruth Emeterio

Usar nuestras debilidades, usar estos dramas sociales dentro del teatro, permitir dejar volar las emociones y liberarnos. Vivir una experiencia teatral es una huella en la conciencia, para toda la vida, siendo simplemente dominicanos, con nuestras costumbres e ideales, nuestro lenguaje y nuestro humor, nuestras fortalezas y debilidades. También que este teatro dominicano sirva para la educación, que los niños aprendan sobre nuestra identidad, lo que nos identifica realmente, y valorarlo. Como dice Juan María Almonte en su paradigma, debemos subir a la escena los valores de nuestra identidad y la esencia de lo nacional dominicano.

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